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❤️ Biografía de Alfonso Armada

Ver el perfil del autor Roger Casadejús Pérez
Esta ficha de autor ha sido creada y escrita por Roger Casadejús Pérez
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Alfonso Armada

Alfonso Armada Rodríguez, nacido en Vigo en 1958, es un periodista, escritor, poeta y dramaturgo español con una vasta trayectoria internacional. Ha sido corresponsal para África y para Estados Unidos, ha dirigido suplementos culturales, y es fundador y director de la la revista digital FronteraD. Su obra abarca géneros como narrativa de viaje, crónica, poesía y teatro, y sus textos han recorrido zonas tan diversas como Sarajevo, Ruanda, la frontera entre EE. UU. y México, Nueva York y el mundo africano en general.

Desde sus primeros pasos en la prensa local hasta su consolidación como figura reconocida en medios nacionales, su carrera combina periodismo de conflicto, crónica de viajes, creación literaria y compromiso cultural. En el ámbito literario goza de reconocimiento por sus obras de viajes y poesía, mientras que en periodismo sigue activo como referente del periodismo narrativo contemporáneo.

Vida y formación

Alfonso Armada creció en Vigo (Pontevedra), donde vino al mundo en 1958. Durante su juventud mostró interés por la literatura, el teatro y la reflexión social, inclinaciones que con el tiempo se combinarían con su vocación periodística. Realizó sus primeros pasos en prensa local, con prácticas en el diario Faro de Vigo, lo que le permitió acercarse al oficio desde temprano.

Posteriormente se trasladó a Madrid para formalizar su formación académica: cursó estudios de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, en la Facultad de Ciencias de la Información, y paralelamente estudió interpretación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Esta doble formación —periodística y teatral— marcaría su forma literaria híbrida, combinando mirada crítica, sensibilidad estética y capacidad narrativa.

Durante estos años también se vinculó al mundo teatral. Participó como miembro de compañías como Artello (en Vigo) y Ditea (en Santiago de Compostela). Asimismo, colaboró como guionista/script en los primeros cortometrajes del cineasta gallego Chano Piñeiro. También participó en la revista especializada Teatra, ejerciendo roles editorial y de dirección, fortaleciendo así su vertiente cultural y dramática.

Este bagaje interdisciplinar le permitió articular una voz propia que más adelante fusionaría periodismo de profundo compromiso con creación literaria y reflexión estética.

Trayectoria profesional

Su carrera periodística arrancó con el diario local de su ciudad natal, pero pronto dio el salto a medios de alcance nacional. Pasó a incorporarse al diario El País, donde desarrolló buena parte de su carrera inicial. Durante catorce años colaboró con ese periódico, desempeñando funciones que lo llevaron a ejercer como corresponsal. En particular, ejerció como corresponsal para África durante cinco años, cubriendo situaciones conflictivas en países como Ruanda, República Democrática del Congo, Burundi, Liberia y Sudán. Esa experiencia africana constituiría un eje central de su obra periodística y literaria posteriores.

En 1999 entró en la redacción del diario ABC, donde se hizo corresponsal en Nueva York hasta 2005. Cubrió allí acontecimientos de gran calado mediático, entre ellos los atentados del 11 de septiembre de 2001. Luego regresó a España, integrándose en la redacción central, con responsabilidades en suplementos culturales y dirección de proyectos editoriales. Ha sido director del suplemento cultural de ABC (ABC Cultural) y ha impulsado iniciativas de formación como el Máster ABC/UCM en Periodismo Internacional.

Paralelamente al periodismo, mantuvo su actividad literaria y teatral. Desde 1987 a 1998 dirigió la compañía teatral Koyaanisqatsi, con la que estrenó buena parte de su producción dramática. Además, acompaña su ejercicio profesional con la gestión editorial y cultural: es fundador y director de la revista digital FronteraD, espacio dedicado a crónicas, reportajes de largo aliento y análisis cultural en línea.

Durante años también mantuvo una vinculación institucional con causas periodísticas: en noviembre de 2017 fue elegido presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras, organización en la que previamente había sido vicepresidente. En octubre de 2021 pasó a ser presidente honorífico de la sección española de esa institución.

Además, ha participado como comisario de exposiciones y ha actuado como voz activa en congresos, conferencias y encuentros sobre periodismo narrativo, viajes y memoria global.

Obras literarias destacadas

Entre su producción narrativa, destaca Cuadernos africanos (publicado en 1999), que compila crónicas y diarios de su etapa como corresponsal en África. En esa obra mezcla testimonios, reportajes de conflicto y reflexiones personales sobre las realidades subsaharianas.

España, de sol a sol (2001), con fotografías de Corina Arranz, integra paisajes, cultura e identidad española desde la óptica del viaje y la crónica de territorio. En 2006 publicó El rumor de la frontera. Viaje por el borde entre Estados Unidos y México, también con imágenes de Arranz, explorando la frontera norteamericana como espacio simbólico y humano.

Su ensayo Nueva York, el deseo y la quimera (2006) se adentra en las contradicciones de la megalópolis contemporánea. A él siguieron Diccionario de Nueva York (2010), una cartografía temática de la ciudad, y Mar Atlántico. Diario de una travesía (2012), donde el mar actúa como hilo narrativo.

También figuran títulos como Fracas o de Tánger (2013), Sarajevo. Diarios de la guerra de Bosnia (2015), El Celta no tiene la culpa (2015) y Por carreteras secundarias (obra de viajes). En colaboración con Gonzalo Sánchez-Terán escribió El silencio de Dios y otras metáforas. Una correspondencia entre África y Nueva York. Con Xavier Aldekoa publicó África adentro, un libro que nace del diálogo oral y del testimonio compartido.

En poesía y teatro ha publicado obras como Pita velenosa, porta dos azares (gallego), TSC. Diario da noite, Los temporales, Cuaderno ruso y piezas dramáticas como La edad de oro de los perros, Sin Maldita Esperanza, Carmencita jugando y El alma de los objetos. Su obra teatral fue puesta en escena con su propia compañía, lo que le permitió articular mensaje simbólico con puesta escénica.

Temas y estilo narrativoReconocimiento y legado




💥 Nuestra crítica y opinion personal sobre sus obras

¡Imporante! La siguiente crítica representa una opinión personal basada en una lectura atenta de las obras de Alfonso Armada y no pretende ser una verdad universal ni un juicio definitivo sobre su trabajo.

Te agradeceremos mucho que nos des tu opinión o tu crítica en nuestro foro.

Crítica general de sus obras

Al abordar la obra literaria de este autor, emerge ante el lector un proyecto narrativo plural, sin encasillarse en una sola forma. Sus textos oscilan entre la crónica de viajes, la narrativa de frontera, el diario íntimo, la poesía y la fusión híbrida entre géneros. En conjunto, su producción revela una ambición por explorar los intersticios entre lo real y lo simbólico, entre el testimonio y la forma literaria. Su obra desborda, pues, los límites convencionales, planteando una escritura que aspira a ser ritual de memoria, presencia de voces y exploración de territorios —geográficos e interiores—.

La crítica de su obra suele subrayar esa hibridación como su rasgo más definitorio: no se trata simplemente de un periodista que escribe literatura, sino de un literato que entiende el mundo como zona de fricción narrativa. En sus textos, la crónica se entrevera con la poesía, el diario con la crónica, el viaje con la reflexión estética. Esa amplitud genera un corpus que no se reduce a un solo registro ni estilo, pero conserva una coherencia profunda en su mirada: busca, desde lo real, convocar resonancias simbólicas, insistir en la memoria y hacer presente lo que el olvido quisiera borrar.

Rasgos generales de su estilo

El estilo que articula su obra se caracteriza por una tensión constante entre la precisión documental y la evocación poética. En sus crónicas y relatos de viaje no prescinde del dato, de la anécdota veraz, ni del testimonio directo, pero esos elementos no cubren todo el espacio; en su lugar, se disponen como materia prima para un relato más íntimo, cargado de digresiones reflexivas y metáforas meditadas. Esa fusión dota a la prosa de un ritmo contemplativo, donde el lector avanza no solo por acontecimientos, sino también por las grietas emocionales que los atraviesan.

Otro rasgo distintivo es su capacidad para modular la voz narrativa: a veces se siente cercano al diario íntimo, otras veces se distancia para observar el paisaje, y otras adopta una voz casi confesional. Esa flexibilidad evita la monotonía y permite que, dentro de un mismo libro, coexistan fragmentos de crónica, pasajes casi poéticos y momentos de reflexión teórica. En no pocas ocasiones, recurre a interludios líricos o notas fragmentarias que interrumpen la línea argumental principal, ofreciendo al lector pausas meditativas.

Asimismo, su lenguaje tiende a ser sobrio, depurado, sin excesos retóricos innecesarios. Prefiere la elipsis, el recodo, el silencio entre los fragmentos. No dramatiza más de lo necesario; deja que las implicaciones morales, las resonancias humanas y las tensiones de los escenarios emergen por contraste con la sobriedad del decir. Esa contención formal habla de un control interno riguroso que no impide momentos de intensidad, sino que los hace más contundentes.

Temas recurrentes y visión del mundo

Uno de los ejes temáticos centrales es la frontera —no solo geográfica, sino simbólica y existencial—. En sus libros de viaje y crónicas de los bordes, la frontera aparece como línea móvil de encuentro y de exclusión, espacio de tránsito, tensión entre mundos. Ahí radica un interés persistente por las zonas liminares: entre culturas, entre discursos, entre lenguas, entre identidades. Esa mirada hacia lo periférico revela una convicción ética: el relato emerge donde se cruzan las diferencias.

La memoria, la pérdida y el testimonio moral constituyen otro núcleo temático. Muchas de sus narraciones parten del deber de recordar —guerras, conflictos, fronteras humanas— y del riesgo del olvido. En ese ámbito, advierte las zonas sombrías donde las voces quedan silenciadas, la violencia inadvertida y el sufrimiento callado. Sus textos reclaman una literatura que no olvide lo otro, lo silenciado, lo desplazado.

El viajero es también figura recurrente, no como mero turista, sino como testigo comprometido. El viaje se convierte en excusa para el encuentro con lo otro, para la experiencia de lo desconocido, para el cuestionamiento de prejuicios. Esa orientación ética hacia lo ajeno se articula con una mirada que busca romper estereotipos y desafiar comodidad. En África adentro (obra compartida) aparecen explícitamente esas tensiones entre estereotipo occidental y realidad africana vibrante.
Revista 5W

La ciudad moderna y los espacios urbanos complejos, como Nueva York, también funcionan como escenarios simbólicos. En esos entornos se articula la reflexión sobre anonimato, poder, deseo y distopía urbana. En su crónica sobre la pandemia, por ejemplo, esas tensiones se cargan de dramatismo existencial (según una reseña que califica su obra como un poema infinito dolido).
El País

Finalmente, el dolor colectivo, la fragilidad humana y la crisis ética acompañan numerosas páginas. Él no rehúye la tragedia ni el sufrimiento, pero no los expone con sensacionalismo: los somete a la pregunta ética del deber de contar, comprender y preservar. Su visión del mundo es melancólica, pero no desesperada: insiste en la posibilidad de la palabra como acto de fraternidad.

Puntos fuertes

Una de sus grandes virtudes reside en la originalidad de su voz híbrida. Su escritura no se ajusta a géneros cerrados, sino que crea entre géneros, lo que le permite explorar territorios narrativos poco transitados. Esa elasticidad es, al mismo tiempo, arriesgada, pero logra que cada libro sea un espacio novelado de tensiones estéticas y morales.

La hondura moral de su obra es otro punto fuerte. Él no se contenta con narrar hechos; busca la resonancia ética, la pregunta que insiste, la fisura que no se cierra fácilmente. La literatura, en sus manos, no es escapismo sino intervención simbólica. Esa faceta convierte sus obras en textos de compromiso, sin caer en el panfleto ni el discurso simplista.

La voz personal, pero contenida, representa un logro: el autor no impone su ego, pero su impronta es reconocible. Esa presencia medida ofrece al lector espacio para descubrir, reflexionar, sentirse implicado. Los personajes —personas reales, voces múltiples, extractos de testimonios— emergen no como tipos literarios sino como restos humanos singulares.

También es notable el rigor documental que respalda sus textos de viaje y crónica. No recurre al artificio sin sustento: sus paisajes, conflictos, realidades sociales están informados, contrastados, trabajados como materia seria. Esa base fáctica otorga credibilidad al vuelo literario, y evita que la evocación devenga simple estética vacía.

La musicalidad interna de sus textos, su ritmo meditativo y su capacidad de fragmentar el discurso para crear pausas reflexivas son otras virtudes. Lejos de la escritura ininterrumpida, sabe detenerse, insinuar, dejar que el silencio actúe como asiento de significado. Esa dimensión poética realza su prosa y le da densidad emocional.

Puntos débiles

Una dificultad frecuente es que en determinados pasajes el flujo de digresiones puede generar cierta dispersión. En algunos textos, el tránsito entre registro testimonial y reflexión poética no siempre es fluido para todos los lectores: algunos pueden sentir desconcierto al pasar del dato al fragmento meditativo. Esa oscilación exige al lector un esfuerzo de tránsito que no todos los públicos están dispuestos a asumir.

Otro límite es la densidad de su prosa: en ciertas ocasiones el ritmo contemplativo puede ralentizar la lectura, especialmente cuando se acumulan reflexiones subordinadas o interludios líricos extensos. En esos momentos algunos críticos han señalado que la tensión narrativa se debilita, porque la sucesión de impresiones supera la construcción de trama o de hilo argumental claro.

La amplitud temática y formal puede implicar que pocos libros logren centrarse en un conflicto narrativo neto o en una estructura convencional. Para lectores acostumbrados a la narrativa lineal, la pluralidad de formas puede percibirse como falta de cohesión. En obras mixtas de crónica-poesía-diario, algunos fragmentos pueden sentirse complementarios más que integrados dentro de un eje único fuerte.

En algunos textos la presencia del yo se insinúa con tanta fuerza que se corre el riesgo de que la voz interior eclipsa los personajes o los escenarios objeto del relato. En esos pasajes, la tensión entre lo íntimo y lo testimonial se inclina hacia la introspección, lo que puede reducir momentáneamente el espesor compartido de las voces externas.

Por último, en comparación con los lectores de prosa estrictamente narrativa, ciertos pasajes donde domina la evocación pueden mantenerse en el umbral de la poesía y exigir una familiaridad con esa estética para no sentirse herméticos. No es un defecto intrínseco, sino un desafío de lectura.

Valoración final

En su conjunto, la obra literaria del autor representa una aportación valiosa al panorama contemporáneo: ha sabido tender puentes entre periodismo y literatura, entre testimonio y reflexión, entre memoria y estética. Su escritura híbrida, íntima y rigurosa tiene la capacidad de conmover sin falsedad, de iluminar sin simplificación y de proponer sentido en los intersticios del mundo.

La originalidad de su voz lo sitúa entre los nombres contemporáneos que enriquecen el género de la crónica literaria, elevando la mirada hacia lo simbólico y lo moral sin renunciar a lo real. Su apuesta ética por contar lo cercano y lo lejano, su insistencia en la frontera y el viaje, y su fidelidad al testimonio mantienen vigente la convicción de que la palabra puede ser acto de fraternidad y de recuerdo.

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