Libros de Alejandro Jodorowsky

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❤️ Biografía de Alejandro Jodorowsky

Ver el perfil del autor Roger Casadejús Pérez
Esta ficha de autor ha sido creada y escrita por Roger Casadejús Pérez
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Alejandro Jodorowsky

Alejandro Jodorowsky Prullansky (nacido el 17 de febrero de 1929 en Tocopilla, Chile) es un creador multidisciplinar conocido por su producción literaria, cinematográfica, teatral y esotérica. De familia judeo-ucraniana, su obra ha transitado por la poesía, el cómic, la dirección de cine vanguardista, la psicomagia y la creación filosófica, consolidándose como una figura reconocida en los ámbitos del arte experimental y la mística contemporánea.

Su legado artístico combina elementos de simbolismo, surrealismo, ritual espiritual y provocación estética. Ha publicado decenas de libros —incluyendo obras sobre tarot y terapias simbólicas—, guionizado cómics emblemáticos y dirigido películas que han alcanzado estatus de culto —como El topo y La montaña sagrada. Su influencia trasciende fronteras, sirviendo de inspiración para ámbitos literarios, del cine independiente y de la espiritualidad moderna.

Vida y formación

Alejandro nació en Tocopilla, en el norte de Chile, como hijo del matrimonio de emigrantes judíos ucranianos: Jaime Jodorowsky Groismann y Sara Felicidad Prullansky Arcavi. Su infancia temprana transcurrió en esa localidad costera, donde sus padres regentaban una tienda llamada “Casa Ucrania”. Tuvo una hermana mayor, Raquel, que más adelante viviría en Perú. Cuando Alejandro tenía alrededor de diez años, la familia se trasladó a Santiago, fijando su residencia en la comuna de Quinta Normal.

Durante su juventud estudió en el Liceo de Aplicación en Santiago, donde comenzó a mostrar interés por la literatura y el arte. Ya en su adolescencia, hacia 1945, publicó sus primeras composiciones poéticas y entabló amistad con poetas locales como Nicanor Parra y Enrique Lihn. En 1947 se matriculó en la Universidad de Chile para estudiar Filosofía y Psicología, pero abandonó esos estudios tras dos años, atraído por las manifestaciones artísticas más libres.

Desde muy joven combinó su pasión por la palabra con las artes escénicas: trabajó con marionetas, pantomima y teatro experimental. En 1948 escribió su primer texto dramático para títeres, La fantasma cosquillosa. También formó junto a Lihn y Parra el proyecto de collage poético mural Quebrantahuesos, empleando recortes de prensa como materia plástica.

En 1953 dejó Chile y se trasladó a París para formarse en pantomima con Étienne Decroux (maestro de Marcel Marceau). Al poco tiempo integró la compañía teatral asociada a Marceau y participó en giras internacionales. Esa experiencia le permitió expandir su técnica corporal y su sensibilidad hacia lo simbólico teatral.

Años más tarde volvió a Latinoamérica, estableciéndose fundamentalmente en México, donde desarrolló gran parte de su trayectoria artística y espiritual. En ese país combinó el teatro, el cine, el arte conceptual y las prácticas terapéuticas simbólicas.

Trayectoria profesional

Su carrera puede dividirse en varias etapas: los inicios teatrales y de experimentación; la fase cinematográfica de culto; la producción literaria y terapéutica; y los proyectos híbridos más tardíos.

En sus primeras décadas cultivó el teatro experimental, la pantomima y las artes performativas. Fue pionero de acciones “efímeras” y rupturas teatrales en Chile y México. En París participó de círculos surrealistas y en México fundó actividades vanguardistas que luego se articularían con lo esotérico.

Alrededor de 1962 fundó, junto con Fernando Arrabal y Roland Topor, el movimiento Pánico (Movimiento Pánico), una corriente artística performativa con base en el absurdo, la provocación y lo irracional. El propósito era trascender el surrealismo tradicional introduciendo acciones escénicas imprevisibles y rituales dramáticos.

Su debut en el cine ocurrió en 1967 con Fando y Lis, adaptación libre de la obra homónima de Arrabal. La película desató protestas y fue prohibida en México, marcando desde el inicio su relación conflictiva con los públicos tradicionales.

La consagración cinematográfica llegó con El topo (1970), un western alegórico convertido en icono del cine de culto. La película fusionaba violencia, misticismo, simbolismo críptico y metáforas filosóficas. A partir de ahí estrenó La montaña sagrada (1973), otro film cargado de imágenes potentes y visiones esotéricas, consolidando su reputación internacional.

Durante los años setenta trabajó en numerosos proyectos cinematográficos, entre ellos sus ambiciosos planes para adaptar Dune. Aunque ese proyecto no llegó a concretarse, su fase de exploración conceptual dio pie a desarrollos visuales que influirían en otras obras del cine fantástico. En 1980 produjo Tusk, una fábula infantil rodada en India. En décadas posteriores dirigió La danza de la realidad (2013) y El infinito poema (2016) como películas autobiográficas que mezclan memoria, sueño y simbolismo.

Paralelamente al cine, desarrolló una prolífica producción literaria, con libros de ensayo, autobiografía, guiones, tarot, poesía y obras de terapia simbólica. Complementó su vertiente creativa con la enseñanza de técnicas como la psicomagia, la metagenealogía y otras teorías personales de sanación simbólica. A lo largo de su vida también fue un autor de cómics destacado, colaborando con artistas como Moebius en El Incal y coeditando series emblemáticas de ciencia ficción.

En sus últimos años continuó alternando talleres, conferencias, lecturas de tarot y proyectos artísticos en distintos formatos, reivindicando la idea del arte como vehículo de transformación interior. En 2019 estrenó el documental / filme Psychomagic, a Healing Art, que explora su práctica simbólica terapéutica en relación con el trauma humano.

Obras literarias destacadas

Entre sus textos más representativos figuran:

La danza de la realidad (publicada alrededor de 2013): autobiografía simbólica en la que reconstruye su infancia, su formación artística y su regreso emocional a Chile, planteando la transformación a través de la memoria.

Psicomagia (Manual de psicomagia, edición circulante desde 2004): obra central respecto a su enfoque terapéutico simbólico, donde expone rituales y actos simbólicos diseñados para intervenir en el inconsciente.

La vía del tarot (2006): trata del uso del tarot como herramienta arquetípica de lectura interior, mezclando interpretación poética y simbólica de los arcanos mayores.

Metagenealogía (2014): estudio simbólico sobre la genealogía personal, el inconsciente familiar y los efectos de los ancestros en la vida presente.

Los hijos del topo (2017): volumen que retoma temas personales y simbólicos relacionados con El topo, explorando la herencia simbólica en torno a ese personaje.

Poesía sin fin: colección que reúne su poesía, con textos que indagan lo metafísico, lo simbólico y la experiencia interior.

Además ha participado en innumerables guiones para cómics —como La casta de los Metabarones— y publicaciones relacionadas con adivinación simbólica, rituales, mitología y visiones arquetípicas.

Temas y estilo narrativo

En su obra convergen varios ejes temáticos: la memoria, el inconsciente arquetípico, la transformación ritual, la genealogía simbólica y los mitos personales. Sus escritos y filmes emplean un lenguaje simbólico denso, imágenes surrealistas y combinaciones audaces entre lo sagrado y lo profano. El tono suele ser hipnótico, enigmático, con múltiples niveles de lectura.

Narrativamente se caracteriza por la intersección de lo autobiográfico y lo fantástico: mezcla recuerdos reales con visiones simbólicas, sueños y metáforas vivas. Su estilo no sigue una progresión lineal tradicional; incorpora rupturas temporales, saltos simbólicos y episodios visionarios. Utiliza símbolos universales (tarot, mitos, arquetipos) para darle resonancia colectiva a experiencias íntimas.

Otra constante es la teatralidad: muchas escenas están pensadas como rituales visuales o performances en sí mismas, con un sentido ceremonial. Lo místico y lo esotérico atraviesan sus mecanismos narrativos: la iluminación interior, el choque con el inconsciente, la sanación simbólica, la transformación personal. También explora la violencia simbólica, la muerte y el renacer, el cuerpo como puerta hacia lo invisible.

En el uso del lenguaje literario adopta un estilo directo pero cargado de metáforas, evocador de poesía. En sus ensayos o manuales la prosa asume un tono pedagógico simbólico, proponiendo actos, ejercicios o procedimientos. En sus cómics y guiones visuales, articula secuencias plásticas donde texto e imagen se retroalimentan en niveles simbólicos.

Reconocimiento y legado

A lo largo de su vida ha merecido reconocimientos en arenas del cine independiente, festivales de arte experimental y círculos esotéricos. Fue distinguido con premios como el Jack Smith Lifetime Achievement Award en el Chicago Underground Film Festival. Sus películas han sido objeto de retrospectivas en museos destacados, por ejemplo en Nueva York con Blood into Gold: The Cinematic Alchemy of Alejandro Jodorowsky.

Su influencia se extiende a generaciones del cine de culto y al cine fantástico contemporáneo: cineastas como Alejandro González Iñárritu, Darren Aronofsky u otros han citado su trabajo como referencia visual o conceptual. En música y estética cultural, su cine y simbología han sido homenajeados por artistas como Marilyn Manson, Peter Gabriel y otros que han incorporado referencias jodorowskianas en escenografías, discos o videoclips.

En el ámbito literario y simbólico, su psicomagia y sus maniobras rituales han generado seguidores en el mundo del coaching simbólico y el pensamiento alternativo. Autores contemporáneos del tarot, la genealogía simbólica y la autoayuda esotérica han citado sus propuestas y rituales como influencias fundamentales.

Dentro del cine de culto es considerado un maestro del simbolismo visual, capaz de combinar belleza aterradora, imágenes extremas, provocación espiritual y resonancias míticas. Sus películas han sido restauradas y editadas en DVD/Blu-Ray tras décadas de disputas de derechos, permitiendo a nuevas audiencias acceder a ellas. El topo y La montaña sagrada, por ejemplo, recuperaron su difusión tras litigios con propietarias de derechos y han sido objeto de nuevos lanzamientos internacionales.

Su legado perdura en la fuerza simbólica de su obra total: no es fácil delimitarlo solo como cineasta, ni solo como escritor o “gurú místico”. Su propuesta completa es la de un artista que pretende fundir creación estética y sanación interior. Muchos le reconocen como puente entre lo visionario y lo cotidiano.




💥 Nuestra crítica y opinion personal sobre sus obras

¡Imporante! La siguiente crítica representa una opinión personal basada en una lectura atenta de las obras de Alejandro Jodorowsky y no pretende ser una verdad universal ni un juicio definitivo sobre su trabajo.

Te agradeceremos mucho que nos des tu opinión o tu crítica en nuestro foro.

Crítica general de sus obras

La obra literaria de Alejandro Jodorowsky constituye un corpus ecléctico que trasciende géneros: novela, poesía, microrrelato, ensayo simbólico y narrativa esotérica aparecen entrelazados con su faceta de guionista y creador de mundos visuales. Sus textos no aspiran simplemente a contar historias, sino a provocar preguntas profundas sobre la estructura simbólica de la realidad y el inconsciente humano. En conjunto, su producción literaria se presenta como un ejercicio de exploración interior más que como un sistema cerrado de ficciones.

A lo largo de su trayectoria, se aprecia coherencia temática: el uso del símbolo, la ruptura de la linealidad narrativa y la conexión de lo cotidiano con lo arquetípico. Aunque algunos de sus textos se centraron explícitamente en lo terapéutico o lo metafísico, su dimensión literaria —entendida como vehículo estético y como expresión simbólica— resulta evidente en muchas de sus obras. La crítica literaria que se puede trazar hacia su producción no debe verse como una valoración aislada de géneros: debe considerar la interdependencia entre su pensamiento, su simbología y su fuerza visionaria.

En este análisis me propongo examinar los rasgos más distintivos de su estilo, los temas que atraviesan sus obras, sus fortalezas y también los posibles puntos débiles que suelen señalarse, para concluir con una valoración equilibrada de su contribución cultural.

Rasgos generales de su estilo

El estilo del autor se caracteriza por una prosa simbólica y densa, con una marcada tendencia a lo figurativo y lo alegórico. No es un narrador que se ajuste al realismo puro ni a las convenciones literarias tradicionales: frecuentemente mezcla planos oníricos con episodios aparentemente cotidianos, disolviendo los límites entre memoria, sueño y visión. Esta hibridación exige del lector una implicación activa, pues no todo está dado explícitamente: muchos significados flotan en la ambigüedad deliberada.

El ritmo narrativo puede presentar rupturas abruptas, saltos de tiempo o el ensamblaje fragmentado de episodios, como si la conciencia del narrador organizara la materia textual por resonancias simbólicas más que por lógica cronológica. Esa estrategia le permite evocar estados anímicos más que sucesos: la tensión emocional, la búsqueda interior y la transformación simbólica tienen tanto peso como la progresión argumental.

En cuanto al lenguaje, emplea metáforas potentes, imágenes arquetípicas y recursos simbólicos recurrentes (espejos, espejismos, laberintos, cuerpos, gestos rituales). La elección léxica tiende hacia la precisión simbólica más que al ornato excesivo: su prosa puede resultar austera en algunos pasajes, pero intensamente expresiva en otros. Incluso en sus textos más «didácticos» o de carácter terapéutico, conserva ese aliento poético que evita que el contenido meramente explicativo se vuelva plano.

Su voz narrativa se manifesta muchas veces mediante una presencia discreta: no se impone el yo autor, sino que se insinúa como testigo reflexivo. El lector siente que se está dialogando con lo profundo de la obra, más que con una figura egocéntrica. Esa contención discursiva es parte de su potencialidad estética: permite que los símbolos, las resonancias y la imaginación ocupen el protagonismo.

Temas recurrentes y visión del mundo

Un hilo conductor en su producción es la exploración de lo inconsciente y de los mecanismos simbólicos que operan bajo la superficie aparente de la vida. Esa preocupación se manifiesta en su insistencia por revelar lo oculto tras las máscaras del ego, la genealogía, el trauma ancestral o los condicionamientos culturales. En muchos textos asoma la idea de que la realidad visible es apenas un espejo fragmentario de una red simbólica más extensa.

Otro tema central es la búsqueda transformadora: varias de sus obras plantean la posibilidad de sanación mediante actos simbólicos, rituales interiores o confrontaciones con lo desconocido. Esa dimensión terapéutica no invade necesariamente la literatura, pero la atraviesa con fuerza cuando los textos asumen el desafío de modificar al lector, no solo de entretenerlo. Tal enfoque convierte algunas obras en espejos operativos para el autoconocimiento.

La memoria, el tiempo subjetivo y el destino también juegan roles fundamentales. En su obra literaria no es raro que el pasado se irrumpa en el presente como un agente activo, y que las fronteras temporales se vuelvan permeables. La identidad individual aparece como un tejido dinámico de filiaciones, condicionamientos y posibilidades de ruptura.

Finalmente, el equilibrio entre orden y caos —o la tensión entre lo estructurado y lo salvaje— es un contrapunto constante. El mundo se presenta no solo como un sistema simbólico, sino como un territorio vivo y contradictorio donde lo sagrado, lo prohibido, lo estético y lo catártico se entrecruzan. Esa pluralidad de planos constituye una de las claves de su visión del mundo: la existencia como zona intermedia entre luz y sombra, conciencia y oscuridad, rutina y transgresión.

Puntos fuertes

Una de las mayores virtudes de su narrativa es la originalidad simbólica: pocas figuras literarias contemporáneas se atreven con la densidad imaginativa, con el riesgo de proponer mundos interiores potentes y no convencionales. Esa valentía estética le concede un espacio propio, difícilmente redu­cible a corrientes literarias preexistentes.

También destaca su capacidad para fusionar dimensiones: lo narrativo, lo poético, lo terapéutico y lo simbólico convergen sin que ninguno de esos órdenes domine completamente. Esa interpenetración proporciona a sus obras una complejidad útil, que estimula la relectura y la meditación.

Otro punto fuerte reside en su voz literaria reconocible: incluso cuando aborda géneros distintos, suele conservar una tonalidad coherente, basada en la intensidad simbólica, la resonancia emocional y la contención expresiva. Esa autoría singular facilita que cada obra se perciba como parte de un todo, sin perder su identidad propia.

El tratamiento de los personajes muchas veces supera la mera caracterización psicológica convencional. En su obra, los sujetos actúan como «nodales simbólicos»: representan energías, arquetipos o verdades psicológicas. Esa modalidad permite que lo individual alcance dimensión universal sin perder matices.

Finalmente, su capacidad de convocatoria cultural —no solo literaria, sino en ámbitos transversales como el cómic, el cine o el arte performativo— aumenta el alcance de sus textos: muchos lectores llegan a sus obras literarias atraídos por el universo global del creador, lo cual realza el efecto simbólico de sus escritos dentro de un cosmos estético más amplio.

Puntos débiles

Una crítica habitual es que ciertas obras con pretensiones terapéuticas pueden perder en rigor literario o caer en fórmulas repetitivas. En algunos textos divulgativos, la densidad simbólica puede verse diluida por exposiciones conceptuales que restan fuerza poética. Ese riesgo es especialmente palpable en obras de corte más ensayístico o de autoayuda.

Para algunos lectores, la ambigüedad extensiva y la fragmentación narrativa pueden resultar excesivamente exigentes. No todos los lectores aceptan que la lectura deba acompañarse de un esfuerzo interpretativo intenso: en ocasiones, la obra se percibe como hermética o difícil de “atar” en un sentido convencional.

Otro punto de tensión es la mezcla de lo simbólico y lo místico: si bien esa combinación es parte esencial de su propuesta estética, existe el desafío de que lo esotérico eclipse lo literario, transformando algunas páginas en manual de experiencias interiores más que en fragmentos literarios autónomos. En esos casos, la lectura puede sentirse más dirigida que abierta.

Además, la presencia de ciertos discursos o afirmaciones polémicas en ámbitos extra literarios (no en la obra directamente, pero sí en su figura pública) puede proyectar distracciones o resistencias hacia su obra literaria. Aunque no pertenece estrictamente al análisis literario, esas sombras contextuales pueden afectar la recepción de sus textos.

Por último, la exigencia simbólica puede generar desigualdades en algunas obras: algunas piezas brillan con intensidad, mientras que otras se sienten más como ejercicios o articulaciones menores dentro de su universo, con menor potencia emotiva o menor autonomía interpretativa.

Valoración final

En su conjunto, la obra literaria de Alejandro Jodorowsky representa una aportación valiosa al espacio de la literatura simbólica contemporánea en lengua española. Aunque algunas piezas pueden polarizar a lectores menos inclinados hacia la experimentación simbólica, las virtudes de su propuesta superan ampliamente sus límites.

Su originalidad, su voz reconocible y su ambición estética y espiritual le conceden un lugar difícil de equiparar en el panorama literario moderno. La conjunción entre lo narrativo, lo poético y lo terapéutico dota a muchas de sus obras de una carga transformadora notable. Quien se adentra en sus textos puede hallar no solo relatos, sino espejos para reflexionar, territorios simbólicos para habitar y desafíos para el pensamiento.

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