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❤️ Biografía de Abdulrazak Gurnah

Ver el perfil del autor Roger Casadejús Pérez
Esta ficha de autor ha sido creada y escrita por Roger Casadejús Pérez
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Abdulrazak Gurnah

Abdulrazak Gurnah nació el 20 de diciembre de 1948 en Zanzíbar, que en aquel momento era parte del Sultanato de Zanzíbar (actualmente en la República Unida de Tanzania). Proveniente de una familia de origen árabe (sus antepasados habían emigrado desde Yemen), su infancia transcurrió en un contexto cultural diverso, con influencias swahili, árabes y del mundo insular del océano Índico. Desde muy joven tomó conciencia de las tensiones políticas que sacudían su entorno natal.

Durante su adolescencia se produjo en Zanzíbar una serie de convulsiones políticas: en 1963 el dominio británico cedió paso a la independencia, y en 1964 estalló la Revolución de Zanzíbar, que derrocó al régimen dominante y desató episodios de violencia, especialmente contra miembros de comunidades árabes o de ascendencia árabe. En aquel contexto, cuando contaba con dieciocho años, decidió abandonar la isla y se trasladó al Reino Unido, donde llegó como refugiado en 1968.

Instalado en Inglaterra, continuó con sus estudios. Primero formó parte del Christ Church College, en Canterbury (cuyos títulos estaban vinculados a la Universidad de Londres en aquella época). Más tarde, se trasladó a la Universidad de Kent, donde completó un máster y, finalmente, un doctorado con una tesis titulada Criteria in the Criticism of West African Fiction, defendida en 1982.

Antes de establecerse del todo en la academia británica, ejerció la docencia en Nigeria: entre 1980 y 1983 impartió clases en la Bayero University de Kano. Posteriormente ingresó al Departamento de Inglés de la Universidad de Kent, donde ejerció como profesor de literatura y literatura poscolonial hasta su jubilación. Fue también director de estudios de posgrado en su departamento, y al retirarse obtuvo la condición de profesor emérito de Inglés y Literaturas Poscoloniales.

Desde el plano literario, su obra comenzó a gestarse como canal de reflexión sobre su propia experiencia de exilio, identidad y desplazamiento. Aunque su lengua materna era el swahili, optó por la escritura en inglés (con frecuencias de préstamos al swahili, al árabe u ocasionalmente al alemán) como su herramienta narrativa. En sus primeros años en Reino Unido, escribió pensamientos y reflexiones en diarios personales, que poco a poco evolucionaron hacia relatos y novelas.

Su primera novela publicada fue Memory of Departure (1987), seguida por Pilgrims Way (1988) y Dottie (1990). En 1994 apareció Paradise, que consolidó la atención crítica a su obra al ser preseleccionada para premios literarios de prestigio (entre ellos el Booker y el Whitbread). En esa obra exploró la condición humana, el comercio, las relaciones familiares y el legado colonial en un contexto africano. Le siguieron Admiring Silence (1996), By the Sea (2001) —con traducción al español como En la orilla—, Desertion (2005), The Last Gift (2011), Gravel Heart (2017) y Afterlives (2020). En 2025 publicó Theft, una novela que vuelve a tematizar el exilio, la deuda, los lazos de sangre y el peso de la memoria en Tanzania durante los años noventa.

Las constantes temáticas en su narrativa giran alrededor del colonialismo, la diáspora, el desarraigo, la identidad fragmentada y las relaciones entre culturas. Sus personajes con frecuencia atraviesan fronteras (reales o simbólicas), suelen vivir en estados de incertidumbre entre su país de origen y la tierra de acogida. No pocos de estos protagonistas experimentan la soledad, el choque de lenguas o la nostalgia de un “hogar” que ya no existe tal como lo recordaban.

A lo largo de su trayectoria ha ejercido funciones editoriales y críticas: fue coeditor de volúmenes como Essays on African Writing, y es editor de A Companion to Salman Rushdie (Cambridge University Press, 2007). Desde 1987 colabora con la revista literaria Wasafiri, ejerciendo como editor o miembro del consejo asesor. Ha contribuido además con ensayos sobre escritores poscoloniales como Salman Rushdie, V. S. Naipaul o Zoë Wicomb, entre otros.

El reconocimiento más destacado de su carrera llegó en 2021 cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, otorgado por la Academia Sueca “por su penetración inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y los destinos de los refugiados en la brecha entre culturas y continentes”. Este galardón revalorizó su obra para públicos más amplios, impulsando reediciones y traducciones y ampliando su visibilidad internacional.

Aunque reside en Canterbury (condado de Kent, Inglaterra) y posee ciudadanía británica, mantiene fuertes vínculos emocionales con Tanzania, país de origen donde conserva familiares y al que regresa siempre que es posible. En sus declaraciones enfatiza que “aunque mi cuerpo esté aquí, mi mente vive allí”, refiriéndose a su sentido permanente de pertenencia al continente africano.

En el ámbito académico, su influencia se extiende más allá de sus aulas. Ha sido jurado en premios literarios relevantes, entre ellos el Booker, el Caine Prize para literatura africana y el Royal Society of Literature’s Literature Matters Awards. Su obra ha suscitado análisis desde la crítica poscolonial, la teoría de la migración y los estudios de diáspora, pues encarna un puente entre experiencias locales (en África del Este) y horizontes globales del lenguaje y la memoria.

El éxito tardío —pues hasta el Nobel muchos de sus textos no alcanzaban visibilidad comercial amplia— es parte esencial de su historia: en numerosas ocasiones sus obras estaban descatalogadas o con tiradas limitadas. Justo tras su distinción internacional hubo una ola de reimpresiones, nuevas traducciones y revaloraciones críticas en distintas latitudes.

La voz narrativa que construye no es grandilocuente, sino discreta, interior, cargada de imaginación y retazos de vida real. Suele dialogar con el silencio, con los huecos de la memoria, con las ausencias. Aun cuando aborda conflictos históricos o políticos, lo hace siempre centrado en rostros individuales y destinos frágiles, evitando discursos maniqueos. Su estilo enfatiza la empatía, la tensión entre lo personal y lo colectivo, y la capacidad del lenguaje como puente para recuperar experiencias borradas.

Finalmente, su obra ha abierto puertas para autores africanos contemporáneos, consolidando la idea de que las literaturas del África del Este pueden dialogar con los grandes relatos universales sin perder su voz propia. A través de sus textos, propuso que la experiencia del exilio no es una “condición menor”, sino un espacio donde se negocian memorias, identidad y pertenencia. Su vida misma —desde Zanzíbar hasta las aulas británicas— es un testimonio de esas fronteras interiores que recorren sus libros.




💥 Nuestra crítica y opinion personal sobre sus obras

¡Imporante! La siguiente crítica representa una opinión personal basada en una lectura atenta de las obras de Abdulrazak Gurnah y no pretende ser una verdad universal ni un juicio definitivo sobre su trabajo.

Te agradeceremos mucho que nos des tu opinión o tu crítica en nuestro foro.

Desde sus primeras novelas hasta sus trabajos más recientes, la obra de Gurnah ha sido objeto de atención académica y crítica literaria por su capacidad para articular una mirada profunda sobre el exilio, la identidad postcolonial y las fracturas culturales. Su escritura se ha valorado como una de las más finas en el ámbito de la literatura anglófona africana contemporánea. Al mismo tiempo, algunos lectores y críticos han apuntado ciertas limitaciones o tensiones estilísticas que conviene examinar con detenimiento.

Puntos fuertes

Sensibilidad y delicadeza narrativa

Una de las virtudes más destacadas de su literatura es la sutileza con que aborda los conflictos íntimos: la nostalgia, la memoria, la pérdida, el malestar del desarraigo. Lejos de recurrir a la espectacularidad, evita grandes estridencias o discursos grandilocuentes. Su estilo tiende a permanecer contenido, a confiar en el susurro más que en la proclama. En sus mejores momentos, los pasajes más poderosos emergen precisamente del silencio, de lo no dicho, de los vacíos emocionales que los personajes llevan consigo. Esa contención otorga mayor densidad al relato y permite que el lector colabore con su imaginación.

Trama entrelazada de lo personal y lo histórico

Otra fortaleza es su capacidad para fusionar lo íntimo con lo colectivo. No separa la biografía de la historia, ni reduce la experiencia personal a mero ejemplo. Sus personajes no son simples vehículos para exponer tesis, sino individuos complejos con conflictos internos —familiares, afectivos, sociales— que están insertos en procesos históricos más amplios, como el colonialismo, la esclavitud, la migración forzada o las consecuencias políticas de la independencia. De ese modo, el pasado histórico no es un decorado, sino una presión constante que moldea el presente de los personajes.

Perspectiva cosmopolita y plural

Su visión del mundo literario no está atrapada en dicotomías simplistas (colonizador / colonizado) sino que asume matices culturales, lingüísticos y religiosos. Reconoce que la costa oriental africana (Zanzíbar y territorios circundantes) ha sido siempre terreno de encuentros plurales: árabes, persas, indígenas, colonos europeos, comunidades de Indianos de ultramar. Esa historia híbrida le permite hablar desde un lugar periférico, pero con conciencia cosmopolita. Sus narraciones no celebran nostalgias idealizadas ni exotismos; antes bien, examinan la complejidad y la contradicción de esas identidades mixtas.

Riqueza de la ambientación y vitalidad sensorial

Las descripciones geográficas y sensoriales en su obra han sido celebradas: los vientos del Índico, los olores tropicales, los mercados, el ruido del tráfico en ciudades africanas, los sonidos disonantes del mar. Esa “atmosfera vivida” sumerge al lector en el espacio del relato y dota a los escenarios de presencia, como si fuesen personajes. Esa dimensión sensitiva refuerza la memoria y el arraigo del paisaje cultural africano —que muchas veces está en tensión con la vida en la diáspora europea.

Coherencia temática a través de una obra discreta

Aunque su producción literaria no es prolífica al nivel de algunos escritores populares, existe una cohesión conceptual que une sus novelas. Temas recurrentes —exilio, desplazamiento, identidad fragmentada, relaciones de poder — se reaparecen en diferentes contextos históricos, desde el periodo colonial tardío hasta las décadas posteriores a la independencia. Esa continuidad permite apreciar su desarrollo como autor, ver cómo va matizando algunas ideas, profundizando en nuevas aristas y explorando variantes de un mismo problema. Para el lector atento, cada novela aporta algo distinto sin abandonar el universo temático del autor.

Puntos débiles (o retos críticos)

Lentitud o treguas narrativas prolongadas

Una crítica frecuente al ritmo de sus novelas es que en ciertos pasajes la narración se alarga a través de digresiones (sobre recuerdos, cartas, imágenes antiguas) que pueden ralentizar la trama principal. En algunos casos, las transiciones entre pasado y presente no logran siempre mantener la tensión narrativa, y el lector puede sentir cierto arrastre hacia zonas de menor densidad dramática. En obras como The Last Gift, por ejemplo, algunos críticos han señalado que las transiciones temporales no siempre resultan plenamente convincentes, o que el conflicto central podría haberse explorado con más contundencia.

Ausencia de giros sorpresivos

Otro aspecto que algunos críticos apuntan es que la dramaturgia de sus relatos no privilegia nunca los giros muy dramáticos. Su estilo tiende al desarrollo progresivo, casi inevitable, de los destinos de los personajes. Eso tiene la ventaja de verosimilitud y profundidad, pero puede restar en ocasiones impacto espectacular o sorpresa fuerte. Algunos lectores menos acostumbrados a esa forma de narrativa podrían llegar a exigir más tensión melodramática de la que su voz literaria pretende ofrecer.

Limitaciones en el desenlace o cierre

En algunas novelas, el desenlace puede resultar abierto o ambiguo, lo cual favorece la reflexión pero puede frustrar a quienes buscan conclusiones más definitivas. Esa indeterminación es deliberada: el autor parece querer dejar puertas abiertas para el lector. Pero esa decisión estética choca con expectativas narrativas más convencionales, especialmente si el lector espera una resolución plena del conflicto.

Densidad intertextual y referencias culturales

El lector que no está familiarizado con el contexto histórico del este africano, con tradiciones swahilis, con elementos de la cosmovisión árabe-islámica o la historia del comercio del océano Índico puede perder matices. Algunas alusiones culturales o simbólicas pasan desapercibidas o resultan discretas para lectores sin ese bagaje. En ese sentido, obras de crítica literaria advierten que quien se acerque desde una perspectiva exclusivamente occidental puede no captar del todo la riqueza de esos ecos culturales.

Visibilidad limitada y acceso desigual

No es una debilidad estrictamente literaria del autor, pero sí del ámbito cultural: muchas de sus novelas han tenido tiradas reducidas y han estado descatalogadas por largos periodos, lo que ha limitado su recepción popular. A veces la visibilidad le llegó con retraso. Esa situación influye porque los lectores potenciales tardaron en conocer su obra más allá del circuito académico.

Valoración final

En conjunto, la obra literaria de Gurnah se alza como una de las más notables en la literatura poscolonial contemporánea. Sus aciertos —una voz discreta y potente al mismo tiempo, una fusión sabia entre lo íntimo y lo histórico, una visión plural y matizada de las identidades fronterizas, una escritura sensorial y atmosférica— lo ubican entre los autores que han contribuido a renovar la forma en que se cuenta el exilio africano en lengua inglesa.

Aunque no esté exenta de desafíos —su ritmo pausado, desenlaces abiertos o ciertas digresiones extensas—, esas debilidades no desvirtúan el valor artístico del conjunto; más bien reclaman del lector paciencia y atención. Quien se entregue a sus páginas hallará un universo narrativo muy humano, con personajes que luchan por definirse en medio del deseo, la memoria, las injusticias y la precariedad.

En definitiva, se trata de una literatura de interioridades desplazadas, de historias que emergen desde los márgenes del poder colonial y dibujan puentes hacia los retos contemporáneos del mundo globalizado. Su voz es humilde pero persistente, y deja huellas profundas que invitan a releer sus libros de nuevo. Por todo ello, merece valorarse como una contribución esencial al canon literario moderno, un autor que no sólo despliega belleza en el lenguaje, sino que otorga presencia narrativa a quienes han vivido la fractura del exilio y la dislocación cultural —y lo hace con compasión, integridad y hondura.

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