Libros de Leila Guerriero

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❤️ Biografía de Leila Guerriero

Leila Guerriero, una destacada escritora y periodista hispanohablante, ha demostrado que el talento y la pasión superan cualquier formación formal. Originaria de Junín, a 260 kilómetros de Buenos Aires, Guerriero se sumerge en el mundo de las palabras desde una edad temprana. Con un padre químico y una madre profesora, el amor por la lectura fue cultivado en su hogar. Desde pequeña, llevaba consigo un libro en su mochila, devorando historias mientras crecía.

A pesar de no haber estudiado periodismo, Guerriero forjó su camino hacia el mundo de la escritura a través de la práctica y la determinación. Después de estudiar turismo en la capital, regresó a Junín, donde trabajaba en un supermercado mientras perseguía su pasión por la escritura.

Su primer paso audaz fue dejar su relato, "Ruta cero", en las oficinas del periódico Página 12, con la esperanza de ser publicada en el suplemento literario. Aunque el suplemento ya estaba cerrado, no se rindió y dejó el relato a nombre del director del diario, Jorge Lanata. Su perseverancia dio sus frutos cuando, días después, recibió la noticia de que su trabajo había sido publicado en el diario. Esta oportunidad marcó el inicio de su carrera periodística, con Lanata ofreciéndole un puesto en la redacción y animándola a trasladarse a Buenos Aires.

Durante la siguiente década, Guerriero se estableció como una periodista de renombre, destacando por su habilidad narrativa y su compromiso con la investigación exhaustiva. Para ella, la investigación es la piedra angular de su trabajo, y no escatima esfuerzos en buscar la verdad. Su dedicación se refleja en el meticuloso proceso de revisión que sigue para pulir sus textos, a menudo realizando múltiples versiones hasta alcanzar la perfección.

En 2005, Guerriero se sumergió en una investigación en un pueblo de la Patagonia argentina, donde varios jóvenes estaban quitándose la vida. Este trabajo dio origen a su primer libro, "Los suicidas del fin del mundo", una crónica que explora temas de soledad y desesperanza. Desde entonces, ha continuado publicando una serie de libros, tanto como editora como cronista, centrándose principalmente en perfiles periodísticos profundos de una variedad de personajes, desde empresarios famosos hasta artistas y personas menos conocidas.

El impacto de Guerriero en el mundo del periodismo trasciende fronteras. Con una columna en el diario El País de España y habiendo ejercido como editora para el cono sur de la revista Gatopardo, su influencia se extiende a nivel internacional. Además, ha sido galardonada con varios premios, incluido el Premio de la Fundación de Nuevo Periodismo por su reportaje "El rastro de los huesos" y el premio de periodismo Manuel Vázquez Montalbán, entre otros reconocimientos.

La trayectoria de Leila Guerriero es un testimonio del poder de la pasión y el compromiso en el periodismo. Su capacidad para contar historias con empatía y profundidad la ha consolidado como una de las figuras más influyentes en el mundo de la escritura hispanohablante.

 

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En 1982, después del conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas, se encomendó al oficial Cardozo, del ejército inglés, la tarea de identificar a los soldados argentinos que perdieron la vida en ese territorio y de idear un cementerio donde reposaran sus restos.

A pesar de los esfuerzos de Cardozo, sus resultados quedaron guardados por el gobierno argentino, sin ser divulgados ni compartidos con los familiares de los caídos, quienes quedaron en la incertidumbre respecto a la identificación de sus seres queridos. Esta obra relata los esfuerzos, tanto recientes como exitosos, para rescatar una memoria eclipsada por la inacción de las instituciones, el nacionalismo exacerbado y el legado sombrío de la dictadura.



 

Bruno Gelber, el virtuoso pianista argentino, destaca como uno de los más destacados intérpretes del piano del siglo XX. Desde temprana edad mostró un talento excepcional para el instrumento, comenzando su aprendizaje a los tres años. Su pasión por la música era tan intensa que, incluso cuando la polio lo postró en cama a los siete años, solicitó que su piano fuera colocado junto a él, permitiéndole continuar sus estudios durante su convalecencia de un año.

A pesar de quedar con una parálisis en su pierna izquierda debido a la enfermedad, Gelber no se amilanó. A los diecinueve años, decidió emprender un viaje a París, donde se convertiría en discípulo de una de las más destacadas maestras de la época. Esta maestra, reconociendo su talento excepcional, profetizó: "Serás mi último alumno, pero el mejor". Con el tiempo, Gelber se erigió como una figura destacada en los escenarios europeos, siendo aclamado como un verdadero prodigio por los críticos de la época.

Durante veinticinco años, residió en París, seguido de veintitrés años en Mónaco, donde compartió escenario con renombradas orquestas y directores de todo el mundo. Su excelencia artística lo llevó a codearse con la realeza y la élite cultural. En 2013, regresó a su Buenos Aires natal, estableciendo su hogar en un majestuoso departamento en el popular barrio de Once.

En 2017, la periodista argentina Leila Guerriero tuvo la oportunidad de entrevistar a Gelber en su hogar. Lo describió como un hombre complejo y fascinante, dotado de una fuerza interior impresionante, así como una inteligencia aguda y un sentido del humor cautivador. Aunque entregado por completo a su pasión por el piano, Gelber también mostraba interés en el mundo del espectáculo y la vida de los artistas. Desde su infancia, estuvo enamorado de la actriz argentina Laura Hidalgo, cuyos retratos decoran su residencia. Además, mostraba una intensa preocupación por la estética y el protocolo, dominándolos con maestría.

Guerriero, mediante un meticuloso trabajo de investigación, nos ofrece una mirada profunda a la vida de Gelber, enriqueciendo su relato con testimonios de diversas fuentes. El resultado es un retrato deslumbrante, donde tanto el retratado como la autora entablan un cautivador juego de seducción. Mientras Gelber se envuelve en un halo enigmático, Guerriero se detiene con paciencia en los detalles más sutiles y los silencios más elocuentes.

"Opus Gelber" se erige como un magnífico ejercicio periodístico, ofreciendo un fascinante retrato de un genio musical complejo, seductor y enigmático.



 

En el vasto mundo de las historias insólitas y los personajes inverosímiles, la realidad supera con creces cualquier ficción que la mente humana pueda concebir. ¿Quién podría imaginar una mujer capaz de arrebatar la vida a tres amigas envenenándolas con cianuro en una simple taza de té? ¿O aquella otra que, apenas minutos después de dar a luz, decide acabar con la existencia de su propia hija? Son relatos tan desconcertantes como impactantes, donde la línea entre lo real y lo surreal se desdibuja en un torbellino de emociones y perplejidades.

Pero no todo gira en torno a tragedias y actos macabros. La realidad también nos regala historias de superación y resiliencia, como la del mago que, a pesar de haber perdido una mano, sigue deslumbrando al mundo con su destreza y habilidades. O el grupo de rock cuyo integrante más célebre desafía los estigmas y prejuicios al vivir con síndrome de Down, demostrando que el talento y la pasión no conocen de barreras ni limitaciones.

Y entre los pliegues de la cotidianidad, encontramos aquellos relatos de transformación y redención que nos recuerdan que siempre hay luz al final del túnel. ¿Quién hubiera pensado que un humilde lustrabotas se convertiría en una figura imprescindible de la escena musical en Hispanoamérica? Su historia, como tantas otras, nos enseña que los sueños pueden materializarse cuando se combinan con determinación y perseverancia.

En esta nueva edición revisada y ampliada de "Frutos Extraños", la reconocida autora Leila Guerriero nos sumerge en un fascinante viaje a través de las páginas del periodismo narrativo. Con una prosa cautivadora y una mirada penetrante, Guerriero nos invita a explorar la faceta más sensible, vigorosa y vibrante de una profesión que, a pesar de los desafíos y obstáculos, sigue ejerciendo su poder para conmover, informar y transformar.

Las crónicas que componen este libro, escritas entre los años 2001 y 2019, son verdaderas joyas del periodismo contemporáneo. Con una maestría narrativa incomparable, Guerriero nos sumerge en mundos desconocidos y nos enfrenta a realidades que, aunque a veces dolorosas o desconcertantes, no podemos ignorar. Sus relatos poseen el poder de sacudirnos, de conmovernos hasta lo más profundo y de despertar en nosotros la empatía y la reflexión.

Porque, como bien afirma la autora, no hay nada más apasionante ni enigmático que la realidad misma. En su complejidad y diversidad, en sus luces y sombras, encontramos la materia prima de las mejores historias, aquellas que nos desafían, nos inspiran y nos obligan a cuestionar nuestras propias percepciones y prejuicios.

En tiempos donde la verdad se convierte en una mercancía preciada y la información se diluye en un mar de opiniones y falsedades, el periodismo narrativo emerge como un faro de claridad y autenticidad. Y en manos de maestros como Leila Guerriero, adquiere una dimensión casi mágica, capaz de transportarnos a lugares remotos y de revelarnos verdades que nunca habríamos imaginado.

Porque al final del día, más allá de las tragedias y los dramas, más allá de las luces y las sombras, está la realidad. Y en su inagotable complejidad y diversidad, reside el poder de transformarnos, de conmovernos y de hacernos creer, una vez más, en el milagro del periodismo.



 

A finales de los años noventa, Las Heras, un pequeño pueblo petrolero en la provincia de Santa Cruz, se vio sacudido por una ola de suicidios. La mayoría de los fallecidos rondaban los veinticinco años y eran figuras emblemáticas locales, hijos de familias modestas pero arraigadas en la tradición. Sin embargo, nunca se compiló una lista oficial de estos trágicos sucesos.

Leila Guerriero se aventuró a este desolado rincón de la Patagonia, entabló conversaciones con familiares y amigos de los suicidas, recorrió las mismas calles y exploró cada rincón del pueblo. El resultado es un relato crudo y preciso que no solo reconstruye los episodios trágicos de aquellos años, sino que también pinta vívidamente la vida cotidiana de una comunidad apartada de las urbes principales.

Las Heras, con su magma de desempleo y falta de perspectivas para los jóvenes, sigue siendo un enigma cuya resolución está lejos de ser definitiva: los suicidios, como un destino ominoso, persistieron durante mucho tiempo. Esta crónica perturbadora se lee con fascinación y destapa una realidad marcada por el horror, los prejuicios y la indiferencia.



 

En enero de 2011, la reconocida periodista argentina Leila Guerriero se embarcó en una travesía hacia un pueblo de apenas seis mil almas en el interior de su amada Argentina. Su objetivo era sumergirse en la historia de una competencia de baile folklórico, tan clandestina como venerada, que desde 1966 se celebra en ese remoto rincón: el Festival Nacional de Malambo de Laborde. El malambo, un baile ancestral entre los gauchos argentinos, demanda un zapateo sostenido que, para ser ejecutado en competencia, exige una destreza técnica sobresaliente y una preparación atlética titánica. Durante los cinco minutos que dura cada presentación, el bailarín alcanza una velocidad equiparable a la de un velocista olímpico.

El desenlace anual del festival culmina con la coronación de un hombre que, en el ámbito del folklore, adquiere el aura de un héroe olímpico, otorgándole el título de campeón. Para preservar la integridad y el prestigio del certamen, los campeones acuerdan un pacto tácito: una vez alzados con la victoria, renuncian a la posibilidad de volver a competir. Así, el malambo con el que se coronan se convierte en el epílogo de sus trayectorias artísticas. Guerriero arribó a Laborde con una premisa sencilla: comprender por qué estos hombres, provenientes de familias modestas, dedican años de su vida y recursos económicos considerable a la consecución de un título que, paradójicamente, marca tanto su cima como su ocaso en la disciplina.

Sin embargo, durante la segunda noche de la competencia, la periodista fue testigo de una actuación que la dejó perpleja. En ese preciso instante, decidió que su relato no se limitaría al evento en sí, sino que también abarcaría la historia de ese hombre: Rodolfo González Alcántara.

Así dio inicio a su seguimiento, primero en Laborde y luego en Buenos Aires, de este hijo de una familia humilde que subsistía impartiendo clases de música. Cuando González Alcántara volvió a presentarse en Laborde en enero de 2012, Guerriero estuvo allí para acompañarlo. El resultado de esta experiencia es una crónica cargada de suspenso, poblada de personajes entrañables como Tonchi, amigo de la infancia de González Alcántara, quien, a pesar de padecer una enfermedad grave, hace el viaje hasta Laborde para presenciar su actuación. También figuran sus propios padres, quienes, al carecer de recursos para costear su alojamiento, alquilan un autobús donde residen durante los días del festival.

A medida que se acerca la noche decisiva de la competencia, González Alcántara adquiere las dimensiones de un gladiador trágico, un hombre que se prepara para enfrentar un momento de inmensa soledad, consciente de que todo lo que ha trabajado y anhelado está en juego. Y Leila Guerriero, desde una proximidad tan íntima como implacable, tan profunda como desgarradora, tan discreta como penetrante, lo acompaña en este viaje hacia la batalla final.

Este relato narra la epopeya más desafiante: la epopeya del hombre común. La historia de alguien que avanza hacia un sueño impulsado por el sentimiento más peligroso de todos: la esperanza.



 

La labor del periodista es una danza entre el porqué, el para qué y el cómo de su oficio. En este sentido, la destacada escritora argentina Leila Guerriero nos invita a adentrarnos en este universo a través de su obra "Zona de obras", donde amalgama columnas, conferencias y ensayos que abordan estas interrogantes con maestría.

Este libro, que recopila por primera vez sus reflexiones publicadas en diversos medios y compartidas en encuentros literarios a lo largo de América Latina y España, se erige como un mural donde cada pieza apunta directo al corazón del periodismo. Se cuestiona el origen de la pulsión por escribir, se indaga sobre cómo se nutre esa vocación y se explora por qué es crucial llevar el texto periodístico a su máxima expresión.

Guerriero no solo nos sumerge en el arte de la escritura no ficcional, sino que también nos lleva de la mano por los senderos del cine, el cómic, las artes plásticas, la infancia, la literatura y más. En cada página, respiramos su convicción: el periodismo no es un género menor, sino una forma de literatura en sí misma.

En palabras de la propia autora, "No creo en las crónicas que carecen de alma, que se limitan a narrar los hechos sin adentrarse en la poesía, el cine, la música o las novelas. Porque no hay crónica sin fe en su esencia: el arte de contar historias". Con esta convicción como escudo, Guerriero desmonta audazmente los entresijos de su trabajo, desvelando los secretos del proceso creativo.

Los textos de "Zona de obras" son como relojes con la esfera de cristal, mostrándonos tanto la hora como el mecanismo que la hace posible. Es un libro de misterio, una investigación detectivesca sobre la necesidad de narrar y, en última instancia, sobre la necesidad de leer.

Personalidades como Juan José Millás y Mario Vargas Llosa han elogiado el trabajo de Guerriero, equiparándolo al de los mejores redactores de The New Yorker. Su periodismo se caracteriza por un rigor impecable, una exhaustiva investigación y un estilo de precisión que roza lo matemático.



 

En esta sección de columnas, que han sido publicadas durante más de cinco años en la contraportada de El País, Leila Guerriero, una destacada figura del periodismo narrativo latinoamericano, se sitúa en el centro mismo de su aguda mirada. Con una prosa feroz y precisa, la autora explora lo sutil con el propósito de revelar lo que permanece oculto en nosotros, asombrando con su habilidad para iluminar la realidad cotidiana.

¿Sobre qué tratan estos textos? Entre muchos otros temas, abordan "el tamaño de la aridez de nuestros corazones. De repollos y reyes y de por qué el mar hierve y de si los cerdos tienen alas. Del horror del amor cuando se termina. De todas las cosas que estaban hechas para olvidar que no hemos olvidado nunca; de las que estaban hechas para no olvidar jamás (el dolor, los muertos queridos, aquella tarde en la arena) y que, sin embargo, hemos olvidado para siempre".

Se trata de una colección de escritos que, además de conformar una hermosa constelación de sus recuerdos, lecturas y reflexiones, impacta al lector con la fuerza propia de la mejor literatura.



 

La vida de Silvia Labayru es un relato vívido y oscuro que refleja la complejidad humana en su máxima expresión.

En la década de los sesenta, cuando apenas contaba con trece años, Silvia Labayru, una adolescente argentina reservada, devota de la lectura y amante de los animales, se encontraba inmersa en un contexto familiar marcado por el servicio militar, siendo su padre un miembro de la Fuerza Aérea y piloto civil. Ingresó al prestigioso Colegio Nacional Buenos Aires, donde su vida dio un giro al entrar en contacto con grupos estudiantiles de izquierda, convirtiéndose así en una ferviente militante.

Sin embargo, su destino tomaría un rumbo drástico con el golpe de Estado que sacudió Argentina en marzo de 1976, desencadenando una dictadura militar.

En ese momento crucial, con veinte años y cinco meses de embarazo, Silvia Labayru formaba parte del sector de Inteligencia de Montoneros, un grupo armado de orientación peronista. Fue entonces cuando el 29 de diciembre de 1976, militares la secuestraron y la trasladaron a la ESMA, un siniestro centro de detención clandestino donde se cometieron innumerables atrocidades.

Allí, en medio del horror, dio a luz a su hija, quien fue arrebatada de sus brazos una semana después para ser entregada a sus abuelos paternos. Durante su calvario en la ESMA, Labayru fue sometida a torturas, trabajos forzados, violaciones perpetradas por un oficial y obligada a interpretar un papel falso como hermana de Alfredo Astiz, un miembro de la Armada que había infiltrado las filas de las Madres de Plaza de Mayo, una organización que luchaba por los derechos humanos y que sufrió la desaparición de tres de sus integrantes y dos monjas francesas.

Su liberación en junio de 1978 debería haber significado el fin de su pesadilla, pero para Silvia Labayru, el tormento no había hecho más que comenzar. Al llegar al exilio en Madrid junto a su pequeña hija, se encontró con el rechazo de muchos compatriotas que la tacharon de traidora debido a los eventos relacionados con las Madres de Plaza de Mayo. Abandonada por quienes una vez fueron sus compañeros de lucha, encontró refugio entre unos pocos amigos leales dispersos por Europa, forjando así una nueva vida en tierras extranjeras.

Sin embargo, en 2018, un giro inesperado sacudió su existencia cuando un antiguo amor de los años setenta la contactó desde Buenos Aires, desencadenando una serie de eventos que continúan hasta el día de hoy.

La periodista Leila Guerriero se sumergió en esta historia en 2021, justo cuando se esperaba la sentencia del primer juicio por crímenes de violencia sexual contra mujeres secuestradas durante la dictadura, un juicio en el que Silvia Labayru era denunciante. Durante casi dos años, Guerriero entrevistó a amigos, ex parejas, familiares, compañeros de cautiverio y militancia de Labayru, construyendo así un retrato detallado de una mujer cuya vida está tejida con hilos de amor, sexo, violencia, humor, familia, política, amistad y desplazamiento, todo ello bajo el espectro de una llamada telefónica realizada desde la ESMA el 14 de marzo de 1977, una llamada que, paradójicamente, le salvó la vida.


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