John Ford se despidió con un drama sombrío y radical que pasó desapercibido. Puso a las mujeres en el centro y desmontó los mitos del western
Esta noticia ha sido escrita por Roger Casadejús Pérez.
MUJERES AL FRENTE Y UN GIRO FINAL
Lo que sorprende de una película como 'Siete mujeres' no es solo su ambientación o su tono sombrío, sino el hecho de que los personajes femeninos sean protagonistas. Ford es conocido por moldear arquetipos masculinos con actores como John Wayne o Henry Fonda, pero aquí les cedió el protagonismo a Anne Bancroft, que interpreta a la Dra. Cartwright, un personaje totalmente opuesto a los estándares de su cine.
Y, por si fuera poco, la vemos fumar, beber, usar pantalones y mostrándose escéptica ante la religión. Es la representación del espíritu feminista que comenzaba a agitar el Hollywood de los 60 y se retrata sin romanticismo y con mucha lucidez.
Estamos, por tanto, ante un filme muy desconcertante dentro de la filmografía de Ford, que se aleja de los viajes a caballo por Monument Valley y de los discursos sobre el deber y el honor. En esta ocasión se plantea un mundo gobernado por el miedo, el fanatismo y la violencia sexual.
Es una película que se resiste a ser épica y donde las mujeres, aunque son protagonistas, reproducen estructuras opresivas, cuestionando también las jerarquías religiosas y los códigos morales. Después de plantear el sueño americano en tantas películas, Ford se despidió con una pesadilla. Y con uno de los mejores finales que se recuerdan.
AMARGA DESPEDIDA
Aunque Ford dirigió otras películas mucho mejores antes, nunca fue tan radical como en esta última. 'Siete mujeres' es una anomalía y una síntesis de su cine, porque retoma temas como la comunidad en crisis, el sacrificio personal y la confrontación con lo desconocido, pero los expone sin caer en ilusiones.
Mientras su salud se apagaba y el Nuevo Hollywood tomaba protagonismo, Ford ofreció un cierre coherente. Si sus héroes anteriores esquivaban balas y se enfrentaban a tormentas, aquí la amenaza es más íntima y cruel, porque estamos hablando del miedo constante a ser mujer en un mundo que las relegaba a los márgenes.