Raquel Gu: "La caza de brujas es el resultado de una sociedad misógina y patriarcal"

Esta noticia ha sido escrita por Roger Casadejús Pérez.

CONTEXTO HISTÓRICO DE LA CAZA DE BRUJAS

Las cazas de brujas ocurrieron principalmente entre 1450 y 1750, un período marcado por grandes cambios sociales, económicos y religiosos. En Europa, el miedo a la brujería alcanzó su punto máximo en medio de la Reforma Protestante y las guerras religiosas. Estas cazas también se extendieron al Nuevo Mundo, donde se vivieron episodios significativos como los juicios de Salem en 1692.

Las brujas fueron acusadas de una variedad de crímenes, desde causar males físicos hasta supuestos pactos con el diablo. La mayoría de las acusadas eran mujeres, muchas de ellas pobres, ancianas o marginadas, lo que plantea preguntas sobre el papel del género en estas persecuciones.

LA PERSPECTIVA DE RAQUEL GU

Raquel Gu argumenta que la caza de brujas es un ejemplo claro de misoginia institucionalizada. En su análisis, indica que las mujeres fueron objetivo no solo por supersticiones religiosas, sino también por la necesidad de las estructuras patriarcales de controlar y subyugar a las mujeres. Los cuerpos femeninos, sus conocimientos sobre hierbas y medicinas, y su rol en la comunidad eran vistos como una amenaza al orden establecido.

Gu señala que la caza de brujas se utilizó como herramienta para reforzar el poder masculino en una época de incertidumbre. Las mujeres que desafiaban las normas de género, ya fuera a través de su independencia económica, su sexualidad o sus conocimientos, eran percibidas como peligrosas y, por lo tanto, eran blanco fácil para las acusaciones de brujería.

MISOGINIA Y CONTROL SOCIAL

El fenómeno de la caza de brujas refleja cómo el miedo y la inseguridad pueden canalizarse hacia la opresión de grupos vulnerables. Según Gu, la misoginia de la época no solo justificaba la violencia contra las mujeres, sino que también la promovía activamente. Este control social se ejercía a través de la demonización de las mujeres, quienes eran retratadas como seres intrínsecamente malvados.

El proceso de acusación, juicio y ejecución de las brujas servía para advertir a otras mujeres sobre los peligros de desviarse de las normas patriarcales. Esta estrategia de control social aseguraba que las mujeres permanecieran en roles subordinados, perpetuando así la dominación masculina.

IMPLICACIONES MODERNAS

La obra de Raquel Gu no solo se centra en el pasado, sino que también hace un llamado a reflexionar sobre las estructuras de poder actuales. A pesar de los avances en derechos de las mujeres, las narrativas sobre las brujas aún persisten en la cultura popular, a menudo reflejando los mismos miedos y prejuicios de antaño.

Gu insta a reconocer los paralelismos entre las cazas de brujas históricas y la violencia de género moderna. Las mujeres continúan enfrentando formas de control social y estigmatización que, aunque menos explícitas, son igualmente opresivas. Al resaltar estas conexiones, Gu busca fomentar un diálogo sobre cómo desmantelar las estructuras patriarcales que perpetúan la desigualdad de género.

CONCLUSIÓN

La caza de brujas es una manifestación trágica de cómo el miedo y el poder pueden combinarse para oprimir a los más vulnerables. Raquel Gu ofrece una perspectiva valiosa al vincular estos eventos históricos con las dinámicas de género contemporáneas. Su trabajo nos recuerda la importancia de cuestionar las narrativas dominantes y abogar por una sociedad más equitativa.

Al entender el pasado a través de una lente crítica, podemos trabajar hacia un futuro donde las diferencias de género no sean motivo de persecución, sino de celebración y respeto.