De manera inesperada, ‘Boogie Nights’ es la película que mejor condensa cómo está Hollywood ahora mismo
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NOCHES DE LUJURIA
La que podríamos catalogar como su obra más accesible es también tan asombrosa que bordea lo innegable. Un paseo por el auge y caída de una estrella del porno que sirve para contar los inestables ciclos de una industria del entretenimiento, que puede sujetarse a cambios de gran magnitud que dejen a mucha gente atrás.
Mark Wahlberg es esa estrella, dotada con un formidable miembro viril y luego con el nombre artístico de Dirk Diggler. El joven es abordado por el celebre director de cine para adultos Jack Horner, interpretado por un espléndido Burt Reynolds, ya que ve en él un potencial inmenso para este arte. No se equivoca, introduciéndolo en su circo de profesionales del sexo filmado para luego transformarlo en una celebridad.
Anderson toca historias que florecieron y luego se marchitaron en la zona de California donde tiene lugar la acción, y que era próxima a donde él vivía. Su fascinación por el fulgor que desapareció rápidamente le lleva a establecer una conexión directa con el cambio de década que tiene lugar en la historia. Los excitantes años setenta eran un momento de esplendor cinematográfico un poco también marcado por excesos, pero todo se tuerce cuando llegan los ochenta. Llega la domesticación de recursos y el abaratamiento de la industria con la introducción del vídeo casero, llega la obsesión por maximizar márgenes de beneficios y llega la decadencia para los trabajadores de a pie.
‘BOOGIE NIGHTS’ Y LA TRANSICIÓN A LA INCERTIDUMBRE
Es muy representativa también del cambio del cine a una nueva década tras la sensación del Nuevo Hollywood, pero lo que resulta interesante es cómo ‘Boogie Nights’ sigue siendo relevante para ver el Hollywood actual. Uno que está marcado por innovaciones tecnológicas que están favoreciendo accesibilidad pero también precarización del arte, empresas que están consolidando posiciones a través de fusiones para tener mayor dominio de mercado y una gran sensación de incertidumbre o incluso catástrofe para todos los que trabajan en el oficio.
La ausencia de estrellas de cine nuevas es también algo que resuena viendo la película de Anderson, que observa como su Dirk Diggler es dejado de lado por una mezcla de malas decisiones personales y una industria que desliza la alfombra bajo sus pies sin que se percate. Hay bastantes elementos trágicos en lo que debería ser en parte una comedia ligera, con sus toques caóticos a los Robert Altman, que dejan un poco de inquietud con respecto a qué pasará con el cine de entretenimiento.
Porque seguimos teniendo tremendas nuevas películas de gente como Anderson, y Hollywood va a querer celebrar algo tan completo en éxito y aclamación como ‘Una batalla tras otra’. Pero una película tan nacida del riesgo, con unas decisiones visuales a contracorriente, y con márgenes de beneficio tan estrechos suele ser de las primeras cosas que desecharía un estudio que quiere maximizar procesos. En cierto modo, no estamos tan alejados de estar encerrados junto a un loco con una pistola sólo por querer tener un poco más de cocaína para pasar la noche.
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